11 de la mañana. Se moría de frío, y es que la profesora nunca tiene la amabilidad de preguntar si el ambiente de clase es mejor con la puerta abierta. Ni medio se sentó en la silla, se acuerda que dejó el libro de la materia en el cuarto del gato, cuando le fue a dar de comer.
Mientras maldice su despiste con la amiga de al lado, escucha a lo lejos la palabra “dinámica”. Detesta las dinámicas mientras estudia (debido a uno de sus traumas de la niñez); entonces todo se hace predecible y sabe que la profesora va a enviar un deber –según su percepción- divertido, pero que al final termina siendo estúpido. No se equivocó. Salió de clases con la tarea de hacer un blog e ir posteando su vida.
Luego de hablar 60 minutos de Fernando Rielo, El Che y Rafael Correa, se va a los quioscos de la doña Esperanza, pide un líder y reflexiona: “Mierda, si quisiera escribir algo de mi vida, lo haría sin ningún reparo; lástima que la profesora vaya a calificar la materia leyendo estupideces y al ego en su máxima expresión”. Fercho, Tatiana y la Shely se cagan de risa y siguen fumando.
Ya acostada, con la computadora en la panza, comienza a recoger recuerdos que le puedan servir para su blog; recuerdos que van a ser calificados, y si la profe no está a gusto con su vida, pues será materia mamada. Cuestiones de la vida, no lo sabe, pero Divinyls suena de fondo (otro trauma de la niñez). Considera divertido hacer deberes de las materias religiosas cantando “…when I think about you I touch myself..”.
No tiene mucho que contar. Nació el 20 de agosto del 91, a las 08h15 de la mañana para ser específicos. Siempre estuvo a gusto con su nombre. Gracias a sus papás, estudió en diferentes escuelas y vivió en algunas casas; por eso nadie le puede reclamar de su bipolaridad. De su niñez recuerda muy poco: adicta al monopolio y al “culo sucio”; complejo de Tarzán y corredora de F1. Desde primer curso estuvo en el “Club de periodismo” del Liceo de Loja, donde aprendió que la gente no puede cantar como Frank Sinatra; por más que lo intenten, NADIE PUEDE. Luego de algunos años, cuando su padre la defraudó políticamente, se anima a ir al Modelo de Naciones Unidas, organizado por el Colegio Americano de Quito.
Aquí hacemos una pausa. Cuando representó a Loja en el modelo de ONU, le tocó defender los intereses de Kazakhstan; sí, ese pobre país que en realidad no pinta nada en el mundo. Fue su semana más intensa, pero aprendió que hasta en la mínima cosa, las relaciones personales son sólo niveles de interés. Los representantes de Estados Unidos, Alemania y Francia (los 3 estudiantes del colegio organizador) la odiaron, porque el primer día del evento, su discurso de Apertura se llevó una mención especial, dejando atrás a los grandes del mundo. Al final de la semana se le acercaron, conversaron y se hicieron amigos. Con el único que hasta ahora tiene contacto es con Max Evans, pana de los buenos, que se fue a estudiar en Yale. Como en diciembre viene al Ecuador, tiene planificado ir a visitarlo, mientras asiste al “Latitud Cero”.
Se graduó con buenas notas y en el TOEFL, gran logro de la vida. Ingresó a la universidad después de una fastidiosa lucha con la familia (putos abogados). Estudia Comunicación Social y está actualmente en el quinto ciclo de la carrera. Pasa su tiempo trabajando por la paz mundial y contando las noticias bonitas de la universidad, porque a las feas, los fieles de Fernando Rielo las desaparecen por el bien de la comunidad universitaria (Rielo bless us). Este ciclo tiene algo diferente a los demás, tiene eso que le llaman “nulidad estudiantil desproporcionada”. La secretaria de su escuela le impuso materias como “Introducción a la Biblia” y “Formación de líderes”. Trata de sacar algo positivo, por ejemplo, el cura que le da Introducción, haciendo alusión al Día del huevo le dijo: “Si ves a Dios y a la Virgen, cómete 2 huevos duros y todo pasará”. Es la frase más profunda que le han dicho hasta el día de hoy.
Tiene ciertos detalles en su personalidad que le encantan y otros que detesta. Claro ejemplo de ello, es la fijación especial por las clavículas de las personas que le rodean; le fascina tratar de descubrir mediante éstas, el punto clave del cuerpo humano. Aborrece los esmaltes, los tintes de cabellos y los aretes. Es fácil para ella determinar la personalidad de una chica de acuerdo al color del cabello; por eso Salomé, su amiga de pelo rojo, vive emputada a tiempo completo porque sabe que le permite afirmar la teoría del “Tinte del cabello”, inventada a conveniencia y para inteligentes, claro está. Cuando tenía 18 años se puso a sumar sus fetiches, sus gustos y sus cicatrices. Entre tantas conclusiones, llegó a una en específico: el lunar en su muslo derecho le impide actuar impulsivamente y hay la posibilidad que esa cicatriz de su seno izquierdo dé a la gente un millón de fantasías eróticas cuando lean este post. Es complicado que alguien quiera pasar toda una noche contándole los lunares y cicatrices; capaz y esa es la razón por la cual vive un poco reprimida (siempre se pregunta: ¿Por qué maso a nadie le interesa contar mis lunares? Y al que le interese ¿por qué no me lo dice?).
Ésta es ella, bueno una parte solamente. Y mientras busca su anillo verde, comprende que no debe ser tan malo que su profesora califique con un 20 a sus fantasías, o en su defecto, la mande a la mierda y considere expulsarla de la clase. En fin, tarea enviada debe ser cumplida.
Daniela Estefanía -quien considera que los docentes cada vez crean estrategias vagas para dar clases- le manda saludos, querida profesora. En el próximo post le seguirá contando de eso que a usted no le interesa pero que le ahorra tiempo para calificar.
Interesante, caí aquí, porque como exalumno de tu universidad, en una discusión en el trabajo recordé parte de intento de adoctrinamiento que supusieron las materias de desarrollo espiritual, que como buen estudiante aprobé con honores, aunque discrepaba con las locuras que suponen la religión, y más desde el punto de vista que implicaba desde ya mi ateísmo.
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