lunes, 21 de noviembre de 2011

ANA


Ana amaneció pesada. Era un sábado que le trajo un recuerdo: dolor. Nunca extrañó el dolor. ¿Para qué llorar? No le sirve de nada, hincharse y envolverse en el edredón nunca sirvió de nada. Entonces comienza a quebrarse. La matrioska comienza a destaparse. Tranquilamente podría pensar que es un sábado cojudo que la quiere fregar. Pero no, piensa en cómo podría ser su funeral. Llega el lunes y luego de haber vencido sus nervios decide visitar a Juan. En el camino se da cuenta que su historia es re aburrida: Ana visita a Juan. ¿Por qué no se llama Newton o Stalin? Juan es muy común para las historias trágicas. Ella llega, se sientan, conversan, la toca. El dolor sigue ahí. Cuando acaba la visita, él la abraza, llora con ella. Trata de animarla pero no funciona.
Entonces siente frío, el sol broncea su piel, pero ella tiene frío. Se sienta en la banquita de un parque whatever sólo para agregarle romanticismo a la historia. ¿Qué hago? -se pregunta una y otra vez. A lo lejos las palomas del parque le traen mensajes como 'Lo que no te mata no te hace más fuerte', '¿Nunca cambies? Por favor, son buenos los cambios'. Se repone, se anima un poco y abandona el parque. Las palomas la siguen.

¡Que la tarde acabe ya! Pero no, como siempre sus deseos no se hacen realidad. Mientras camina se encuentra con algunas amigas; le preguntan si está bien. Ella las abraza una por una. Son abrazos eternos. Mientras tanto, ya se acercaba el atardecer y Juan la telefonea, la invita a un café; ella extrañada, por ser la primera vez que él la invita, acepta. Cuando anocheció, el café no tenía vida en la historia. Se fueron a tomar vino por la pura gana de emborracharse mientras hablan de la vida, la muerte y esa mierda que les metieron en la cabeza: ¿Obraste bien para merecer el cielo? Sentados en un mueble pequeño, ella tiene la opción de escoger la playlist apropiada. Sting. Entonces él, sin piedad la destroza:
- Nunca te vi tan asustada en la vida. Jamás me has abrazado tan fuerte.
- Es que nunca tengo miedo, pero hoy lo tengo. ¿Crees que si muero mañana alguien me va a extrañar?
- Quisiera decir que tu familia, pero a todos mataste. Quisiera decir tu novio, pero no lo tienes; y así lo tuvieras, probablemente en un mes estará con otra. Yo te extrañaría, pero si me sigues viendo con esa tristeza, voy a terminar odiándote. Ana, Ana, Ana, si mañana mueres sólo tu gato te va a extrañar hasta que él también muera.

Entonces ella lo abraza y llora. Llora como nunca antes lo hizo. Se acuesta en su pecho, y entre el alcohol, se sabe a sal. Pasó una hora y ella seguía quebrada en ese sillón. Pasaron dos, y Juan, hombre calculador, regala a Ana un 40% de probabilidades de sobrevivir. Ella ya planea buen sexo con su amante, un twitt y una navidad compartida. Él la escucha y sonríe, porque en caso de algún fallo en ese porcentaje, sabe que igual va a conseguir las tres cosas.
Juan promete a Ana que primero muere él, por suicidio, que ella por cáncer.

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