lunes, 7 de mayo de 2012

Lolita


Lo conoció porque la vida es como una perra ingrata, y cada vez que estoy por alcanzar su amor, alguien tiene que aparecer.  Los cambios fueron notables:  comenzó a hablarme de libros y de varios autores. Me imagino que desde la primera noche que pasaron juntos, Lolita se prende de su pecho como imán luego de hacer el amor. Ella me cuenta que a veces le gana ese impulso del corazón, y  le dice al oído ‘no me dejes nunca'; entonces él le responde con un 'nunca, corazón'. Mentiroso. Los intelectuales mienten.
A veces me da por espiarlos y me doy cuenta que cuando están los dos rendidos de placer, él mira siempre a la derecha mientras descansa.

Luego de su tercera decepción amorosa que la dejó con varias emociones adormecidas, Lola concluyó que cuando te enamoras te vuelves bruta. ¿Cómo bruta? ¿Bruta racional o bruta estúpida? Siempre me lo he preguntado. Según ella, dice que todo depende de la literatura que viva en tu escritorio. 

Nunca se pierde la oportunidad de ser cobarde, y ella pudo salir corriendo la primera vez que le dijo 'te amo' al oído. Lola es un enigma. Puede enamorarse del primer intelectual que le hable de la II Guerra Mundial y de clásicos del jazz. Me cuenta que es bonito cuando te besan los muslos. ¡Ay
, pero qué aburrida! A mí me gusta más cuando me muerden la oreja. Lolita, Lolita, siempre aruñando la espalda del amor de su vida, como muestra de pertenencia. 

¿Amor de la vida? Lola es de esas que piensa que puede dar definición a las frases. A veces siento celos; me tuvo tanto tiempo cerca y ahora él es el amor-de-su-vida. Si fuera un poco romántica, tal vez se enamoraría de mí. Aunque muestro rudeza, me encantaría que mi espalda sea la aruñada y aprender destrezas con los dedos como muestra de amor. Malditos intelectuales que piensan que con algunos palos se adueñan de tu espacio, de tu gente. ¡Lola de mierda! No captó la señal y ahora piensa que la vida sí puede tener un ligero olor a rosas. Idiota como ella sola.

Entonces ahora seré yo la que consuele sus lágrimas cuando ese extraño le rompa el corazón. Y cuando la abandone, la veré en la ducha llorando; tal vez comience a pensar por qué se aburrió de ella. Llorará mientras comemos, mientras leemos. Se engordará pensando que tiene que seguir toda esa rutina de la depresión. Va a extrañarlo siempre en el lado derecho de la cama. Tengo que programar cómo voy a reemplazar la presencia del extraño, a ver si así se da cuenta de mis sentimientos. Es que la conozco tanto que sé, ahora mismo debe estar rendida de placer junto a él, diciéndole cuánto lo ama. Unos minutos después se va a poner el interior y lo va a abrazar mientras compara mentalmente experiencias sexuales pasadas con la última. Va a enganchar su pierna con la de él, le dará un beso cuando se quede dormido y volverá a casa; me contará qué de nuevo probaron y yo por dentro moriré un poquito más, si es que se puede. 

La RAE debería leer esto y extraer el concepto de “amor”: la mierda que nos tiene vivos a todos.

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