domingo, 19 de agosto de 2012

Adaptación: primera etapa

Un día antes de salir de Loja leí por segunda vez Novencento, ese cuento hermoso de Baricco. Esta vez lloré porque imaginé a Novecento retroceder y no bajarse del barco. Tuve miedo de hacer lo mismo. Luego me di cuenta que la nostalgia no se centraba en lo que pudo hacer y no lo hizo; el sentimiento estaba en que él vivió siempre en el mar, pero no sabía cómo era verlo desde la ciudad. Yo puedo leer muchas cosas del mundo, pero tengo que bajarme del barco y vivir el mundo. Así, con una maleta y un bolso crucé Colombia y América Central hasta llegar al país del chile y los tacos.
México difiere de Ecuador en muchos sentidos: comida, moneda, clima, paisajes. Como extranjera decido arriesgar y probar poco-a-poco todo lo diferente. Cuando llegue a Ecuador tendré historias interesantes que contar, espero. Mi aventura comenzó con una extraordinaria mezcla de sentimientos.

Lunes 14 de agosto, 02h00 a.m: llego a Guadalajara con temor de cruzar la puerta de salida del aeropuerto a la ciudad. En ese instante extrañé a mi familia, amigos, el novio que tenía dos días antes de dejar Ecuador. Mis dos amigas y yo tomamos un taxi para dirigirnos a Ocotlán, el lugar donde vamos a vivir por los próximos seis meses. Del taxista recuerdo sus lentes; un hombre alto. En el camino nos cuenta que es cantante, y hasta nos da el nombre de su página en Facebook para el respectivo like.
06h00 a.m: encontramos (al fin) hotel para descansar un rato. Todo el mundo anda en bicicleta aquí. El centro tiene ese olor a pan recién horneado. Visualizo el panorama y me encuentro en un lugar pequeño, like Vilcabamba, con total ausencia de gringos nomás.
Nuestra habitación tiene dos camas para las tres, entonces compartimos. Hay wifi abierto, sólo que no logramos conectarnos.
12h00 a.m: con hambre, salimos a buscar algo para comer. Mi primer medio-día en México y una mala experiencia con los tacos. Asumo que el proceso de adaptación apenas comienza, y va a ser duro. Luego encontramos un cyber. Le escribo a mi hermana en twitter, le cuento que estoy bien y que extraño a todos. También le escribo a él, que probablemente estaba preocupado por saber de mí.
16h00 p.m: tras una larga caminata por el sector de casas para estudiantes encontramos un lugar que se ajusta a lo que buscamos: internet, cuartos privados, utensilios básicos de cocina, tranquilidad. Regresamos al hotel para recoger nuestras maletas e instalarnos. El taxista que nos lleva de vuelta a la casa dice que ese hotel tiene fama de ser invadido por fantasmas. Sí, el pueblo cree en la niña y la vieja que ronda por las noches.
20h00 p.m: es la primera vez que veo el atardecer en la noche. Me emociono. Recuerdo esa vez, cuando tenía 5 años y tuve total conciencia de estar frente al mar. Algo así fue lo que sentí.
Estoy en mi cuarto hablando con él por skype. Tengo muchas ganas de decirle que lo extraño, pero no lo hago por cuestiones de supervivencia. Tengo miedo de dormir sola. El frío me gana.

Martes 15: Nos levantamos cansadas por el trajín del día anterior. Extraño mi hogar pero no lo suficiente para ponerme triste. El dueño de la casa donde vivimos nos da el contrato y explica cómo se maneja el pueblo. Le digo que los ecuatorianos estamos atrasados tecnológicamente. Lo escucho y mi sospecha es real: la cultura mexicana tiene eso de wanna be americans.  

Jueves 17: Vamos al Centro Universitario de la Ciénega. La universidad es espectacular. La biblioteca una belleza. Conocemos al director de la carrera de Periodismo, un paraguayo de buen humor.  Pienso que talvez me adapte pronto al ambiente con nuevos profesores y compañeros. Por un instante me doy cuenta que sólo soy un punto insignificante en el mundo, pero quiero hablar con mis papás y hermanos, saber si hago falta en la casa.

Con él hablo todos los días.  Lo extraño como el primer día que dejé de tenerlo a mi lado. Cuando lo veo en skype comienzo a jugar con los lunares de su cara y sus hombros. Dice que le encanta ver mi cara cuando conozco algo nuevo. Y es que aquí todo es nuevo y curioso.  Frida Kahlo está en los billetes de 500 pesos. Al otro lado está su esposo, Diego Rivera. Algunos mexicanos cuentan que Rivera fue homosexual,  y por ese motivo se casó con la Kahlo, para disimular. En Ocotlán la gente es el doble de moralista y curuchupa que en Ecuador, por eso cuentan la historia con el horror necesario para hacerte creer que los homosexuales y lebianas son puercos.

Domingo 19, 04h00 a.m: no tengo sueño a pesar del cansancio. A esta hora el post es revisado por sexta vez, you know: sintaxis, gramática y puntuación.

Mañana es mi primer cumpleaños fuera de casa. El lunes nadie me va a despertar temprano para hacerme el desayuno como lo hace papi. Tampoco van a estar mis hermanos para conversar y reírnos de mi mal genio. No estará mami diciendo que los años pasan volando. No habrá una michelada cumpleañera en el Viejo con Pablito.

No estará él, contándome algún dato histórico, porque a él le sobra historia.

Estaré con mis dos amigas, la pintora y su hijo, los dueños de la casa, y cada uno tendrá una historia para contar conforme pase el calendario. Seguiré aprendiendo a vivir sola, con un libro en mi velador como como amante.  El lunes, probablemente, me atacará la soledad agradable. La soledad que una escoge por bajarse del barco para ver el mar. Y lo disfrutaré.





1 comentario:

  1. Me encantó el "probablemente". Fuck certainty. Un día a la vez. Nunca olvides que Sus tallarinosos apéndices te acompañan. Fuck Guadalupe.

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